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El puerto de los dependientes.

Silencio de madrugada, ese silencio que mata, que habla, que escandaliza a más de un corazón roto. Hoy me posee el miedo, hoy siento que se me ha olvidado amar, creí a través del tiempo de estar sola que había aprendido a manejar las cosas en las dosís adecuadas para no salir lastimada ni lastimar a nadie más, pero no fue así. Hoy entiendo que estos dos años lo que he hecho es construir una cantidad de paredes de ladrillo al rededor de mi alma para que nadie pueda llegar allí, y para que lo que allí se fabrica no logre llegar a nadie. Es triste creerse una princesa de cuento de hadas y en el espejo no ver más que una sombra negra temblorosa. ¿Llorar? ja! si ahora ni la tristeza me hace llorar. Resulté perdida en mis propias oraciones, la persona que manipulaba a los hombres y hacía todo a su antojo se ha perdido, la he mandado inconscientemente al mismo rincón donde escondí aquellos demonios que me sacaban de mi realidad... y ahora ¿qué me queda? Qué ma queda que una niña perdida que no tiene idea como es una relación, como es amar. Ahora me doy cuenta que soy tan frágil como una rosa, que cualquier sujeto sin importar como sea puede llegar y hacerme daño, qe esa fuerza y omnipotencia que me daban las drogas y el alcohól ya no está y no me he quedado ni con las sobras. Ese puto miedo de creer que aún no puedo sola. La oleada de fuerza y determinación se me ha ido, ese barco ya zarpó y en el van los que si se animaron esta vez a tener el control de su estabilidad emocional... acá en el puerto, sentados cabizbajos con la punta de los pies acariciando las olas, quedamos los que nos arrepentimos a último momento y una vez más, hemos dejado que esa esperanza vana hecha persona nos deje en el mismo lugar, despidiendo a los que van camino a encontrar su PROPIA felicidad. -Gracias por leerme y felices 24