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Primavera

"Casi nunca escribo cuando estoy feliz" -le dije.... y heme aquí cinco horas después, escribiendo entre calambres y temblores en mis dedos por las chispas de buena energía que quedaron impregnadas. En seis horas de alguna manera me las arreglé para mostrar cada una de mis facetas, desde las más íntimas hasta las más corrientes... ya saben, mi sutil coquetería, mi humor negro, mi sexualidad alborotada, mi risa nerviosa, la honestidad rigurosa, la compasión por la tercera edad, cicatrices, manos descuidadas, bailes en el auto, aires de cantante y una pequeña muestra de la suavidad de mis labios. Resulta que desde que hicimos contacto visual me sentí en casa... Es de esas, de esas que te inspiran confianza, que te dan ganas de acariciarles el alma, de esas que sonríen a menudo y sus carcajadas son más contagiosas que el famoso virus del Zika. Es de esas que les gusta el buen trago, los excesos, de esas que viven con sed por la vida, por las emociones... De las que se animan a cantarte la tabla pero pueden intimidarse con tan solo un roce de palmas. ¿Heridas de guerra? Como todas! su gusto exquisito por la pubertad la ha dejado llorando un par de veces, y no es para menos... ¿Enamorarse de una fantasía y enojarse con la realidad? Ja! por favor... mi especialidad... quizás fue eso... su habilidad para hacerme sentir las cosas que contaba. Me cautivó por completo, y luego... como siempre, no pude parar. Huele a primavera por una sola razón; es de esas que te anuncia que el verano (por lo que esperas todo el año) está a punto de llegar. No me importa averiguar si me gusta, no estoy interesada en tocarle la espalda bajo la blusa o recorrer sus orejas mientras conduce... Llegó por algo y ya saben lo que dicen, la curiosidad mató al gato.

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